Miércoles de ceniza
Los alumnos del colegio han celebrado la ceremonia de imposición de las cenizas.

Os animamos a comenzar este itinerario cuaresmal dejándoos interpelar y seducir por la Palabra y su sentido; para que este hábito penitencial transforme el desánimo en gozo, para vivir los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo en la Semana Santa.


«Conviértete y cree en el Evangelio» (Mc 1, 15) son las palabras que marcan nuestra frente, que acogen el don gratuito de la salvación que Dios nos ofrece y que nos impulsa a renovar y a recorrer –junto a Jesús– el camino hasta llegar a la Pascua de Resurrección.


Convertirnos ha de ser la tarea de cada día, volviendo nuestros ojos a Él, para que su amor transforme nuestra frágil condición de hijos quebradizos y pródigos. Solo su gracia, cuando más nos cueste creer, puede transformar nuestra alma.


Creer con fe es la entrada a la nueva vida. Nuestro testimonio, expresaba con una confianza inquebrantable el Papa emérito Benedicto XVI aquel 2013, «será más incisivo cuando menos busquemos nuestra gloria y seremos conscientes de que la recompensa del justo es Dios mismo, el estar unidos a Él, aquí abajo, en el camino de la fe, y al final de la vida, en la paz y en la luz del encuentro cara a cara con Él para siempre (cf. 1 Co 13, 12)».


El Evangelio es la Palabra de Dios, su alianza perpetua con el hombre, la invitación a una felicidad que encuentra su desenlace en el Cielo. Por tanto, nuestro sí a acoger al Camino, la Verdad y la Vida (cf. Jn 14, 6) es entregarnos cada día a la Palabra; hasta reposar, si es necesario, cada uno de nuestros latidos en el corazón del Verbo encarnado.


Tomando conciencia de nuestra fragilidad, le pedimos a la Virgen María que nos ayude a prepararnos en este sendero de conversión que ahora volvemos a recorrer. Que Ella, quien conoce la humildad en nombre de Cristo, nos lleve de la mano a reconciliarnos con Dios y entre nosotros, agitados por guerras y divisiones. Ahora, como dice el apóstol san Pablo, «es el tiempo favorable, el día de la salvación» (2 Cor 5, 20-6,2).